Datos personales

domingo, 24 de enero de 2016


Monseñor Romero

Óscar Romero

Beato Óscar Arnulfo Romero y Galdámez
Arzobispo de San Salvador
3 de febrero de 1977-24 de marzo de 1980
Mural Oscar Romero UES.jpg
Mural de Óscar Romero en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador
ArquidiócesisSan Salvador
Ordenación4 de abril de 1942
Consagración episcopal21 de junio de 1970 porGirolamo Prigione
PredecesorLuis Chávez y González
SucesorArturo Rivera y Damas
Información personal
Nombre secularÓscar Arnulfo Romero y Galdámez
TítulosObispo auxiliar de San Salvador
Obispo de Santiago de María
Arzobispo de San Salvador
Nacimiento15 de agosto de 1917
Flag of El Salvador.svg Ciudad BarriosEl Salvador
Fallecimiento24 de marzo de 1980 (62 años)
Flag of El Salvador.svg San SalvadorEl Salvador
PadresSantos Romero
Guadalupe de Jésus Galdámez
Alma máterPontificia Universidad Gregoriana
Santidad
Beatificación23 de mayo de 2015 porCardenal Angelo Amato
Festividad24 de marzo
AtributosLos de arzobispo
Venerado enIglesia católica
Comunión anglicana
Luteranismo
PatronazgoCaritas Internationalis
SantuarioCatedral Metropolitana de San Salvador
(Mausoleo en la cripta)
Hospital la Divina Providencia
(Capilla la Divina Providencia y Centro Histórico Monseñor Romero)

FirmaFirma de Beato Óscar Arnulfo Romero y Galdámez
Coat of arms of Óscar Arnulfo Romero.svg
Sentire cum Ecclesia1
Ficha en catholic-hierarchy.org
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Óscar Arnulfo Romero y Galdámez (Ciudad Barrios, 15 de agosto de 1917 – San Salvador, 24 de marzo de 1980), conocido como monseñor Romero,2 fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980), célebre por su prédica en defensa de los derechos humanos y por haber muerto asesinado durante la celebración de la misa.
Como arzobispo, denunció en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó en público su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país.3 Su asesinato provocó la protesta internacional en demanda del respeto a los derechos humanos en El Salvador. Dentro de la Iglesia católica se lo consideró un obispo que defendía la «opción preferencial por los pobres». En una de sus homilías, afirmó: «La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así la Iglesia encuentra su salvación» (11 de noviembre de 1977). Sus acciones son admiradas por los seguidores de la Teología de la Liberación,4 sin embargo según su biógrafo «Romero no estaba interesado en la Teología de la Liberación».5
El 24 de marzo de 1990 se dio inicio a la causa de canonización de monseñor Romero. En 1994 se presentó de modo formal la solicitud para su canonización a su sucesor Arturo Rivera y Damas. A partir de ese proceso, monseñor Romero recibió el título de Siervo de Dios.6 El 3 de febrero de 2015 fue reconocido como mártir «por odio a la fe» por parte de la Iglesia católica, al ser aprobado por el papa Francisco el decreto de martirio correspondiente y promulgado por la Congregación para las Causas de los Santos.7 8 En América Latina algunos se refieren a él como san Romero de América.9 10 11 Fuera de la Iglesia católica, es honrado por otras denominaciones religiosas de la cristiandad,12 incluyendo a la Comunión anglicana la cual lo ha incluido en su santoral.13 14 Es uno de los diez mártires del siglo XX representados en las estatuas de la abadía de Westminster, en Londres,15 16 y fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 1979,17 a propuesta del Parlamento británico.18 El 23 de mayo de 2015 fue beatificado en la Plaza Salvador del Mundo cerca de las 10:30 A.M. Se trata del primer salvadoreño en ser elevado a los altares y el primer arzobispo mártir de América.18

Infancia y juventud[editar]

Nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, en el departamento de San Miguel (El Salvador). Era el segundo de 8 hermanos, hijos del matrimonio formado por el telegrafista y empleado de correos, Santos Romero, y Guadalupe Galdámez.2 Fue bautizado, el 11 de mayo de 1919, en la iglesia parroquial de su ciudad natal. Desde niño tuvo una salud muy frágil. En la escuela pública donde estudió, destacó en materias humanísticas más que en matemáticas.
Desde su infancia practicó la oración nocturna y la veneración al Inmaculado Corazón de María.

Sacerdote y obispo[editar]


Óscar Romero durante su seminario en Roma (1941).
En 1930, a la edad de 13 años, ingresó al seminario menor de la ciudad deSan Miguel, que era dirigido por sacerdotes claretianos. Posteriormente, en 1937 ingresó en el Seminario de San José de la Montaña de San Salvador.2Ese mismo año, viajó a Roma donde continuó sus estudios de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Vivió en el colegio Pío latinoamericano (casa que alberga a estudiantes de Latinoamérica), hasta que llegó a ser ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942 a la edad de 24 años.19 En Roma fue alumno de monseñor Giovanni Batista Montini, (futuro papa Pablo VI).
Regresó a El Salvador en 1943 siendo nombrado párroco de la ciudad deAnamorós en La Unión; después fue enviado a la ciudad de San Miguel donde sirvió como párroco en la Catedral de Nuestra Señora de La Paz y como secretario del Obispo diocesano monseñor Miguel Ángel Machado.
Posteriormente fue nombrado secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador en 1968. El 21 de abril de 1970, el papa Pablo VI lo designó Obispo Auxiliar de San Salvador, recibiendo la consagración episcopal el 21 de junio de 1970, de manos del nuncio apostólico Girolamo Prigrione.19 El 15 de octubre de1974, fue nombrado obispo de la diócesis de Santiago de María en el departamento de Usulután. Ocupó esa sede durante dos años.19

Arzobispo[editar]


Escultura que representa al arzobispo Óscar Romero, flanqueada por la de Martin Luther King, Jr. a la izquierda, y la del pastor Dietrich Bonhoeffer a la derecha, en la galería de los Diez Mártires del Siglo XX, ubicada sobre la gran puerta occidental de laabadía de Westminster, en Londres. La estatua de Romero fue diseñada por Tim Crawley y esculpida por John Roberts.16

1977[editar]

El 3 de febrero de 1977, fue nombrado por el Papa Pablo VI como Arzobispo de San Salvador, para suceder a monseñor Luis Chávez y González.19
Muchos sacerdotes y laicos de la Arquidiócesis sintieron extrañeza ante su nombramiento, pues preferían para el cargo a Arturo Rivera y Damas, obispo auxiliar de monseñor Chávez.20 Algunos consideraron a Romero como el candidato de los sectores conservadores21 que deseaban contener a los sectores de la Iglesia arquidiocesana que defendían la “opción preferencial por los pobres” (conocidos como clero medellinista).
El 10 de febrero de 1977, en una entrevista que le realizó el periódico La Prensa Gráfica, el arzobispo designado afirmó:
El gobierno no debe tomar al sacerdote que se pronuncia por la justicia social como un político o elemento subversivo, cuando éste está cumpliendo su misión en la política de bien común.22
El 20 de febrero, mientras la arquidiócesis se preparaba para la toma de posesión del nuevo arzobispo, el país celebraba elecciones presidenciales. Luego de los comicios, el 26 de febrero, el Consejo Central de Elecciones declaró vencedor al general Carlos Humberto Romero, candidato del Partido de Conciliación Nacional, (en el poder desde 1962). Las fuerzas opositoras denunciaron un fraude electoral de grandes proporciones y convocaron a una concentración popular en la Plaza Libertad de San Salvador. El 28 de febrero, las fuerzas de seguridad gubernamentales disolvieron violentamente esta concentración popular, con un saldo de decenas de muertos y desaparecidos.
Durante la semana anterior a la toma de posesión de Romero como arzobispo, el gobierno del presidente Arturo Armando Molina arrestó y expulsó del territorio salvadoreño a los sacerdotes Bernard Survill (norteamericano) y Willibrord Denaux (belga), miembros del clero arquidiocesano. Tres semanas antes, a finales de enero, había sido arrestado y expulsado del país el sacerdote colombiano Mario Bernal.
El 22 de febrero, Romero tomó posesión del cargo de Arzobispo de San Salvador en una ceremonia sencilla celebrada en la capilla del Seminario Mayor de San José de la Montaña, a la que asistieron el nuncio apostólico Emanuele Gerada y los demás obispos de El Salvador. Ese mismo día, el gobierno anunció que varios religiosos que se hallaban fuera del país, entre ellos el español Benigno Fernández S. J. y el nicaragüense Juan Ramón Vega Mantilla, no debían regresar.
El 5 de marzo, durante una asamblea especial de los obispos, se eligió a Romero como vicepresidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador y se preparó un comunicado para denunciar la persecución de la Iglesia en el país.
El 12 de marzo de 1977, el P. Rutilio Grande, S. J., amigo íntimo de Romero, fue asesinado en la ciudad de Aguilares junto a dos campesinos. Grande llevaba cuatro años al frente de la parroquia de Aguilares, donde había promovido la creación de comunidades cristianas de base y la organización de los campesinos de la zona. El propio presidente de la República informó a Romero sobre la muerte de Grande, prometiendo una investigación sobre los hechos. El arzobispo reaccionó a este asesinato convocando a una misa única, para mostrar la unidad de su clero. Esta misa se celebró el 20 de marzo en la plaza Barrios de San Salvador, a pesar de la oposición del nuncio apostólico y de otros obispos.23

1978-1979[editar]


Reunión del papa Pablo VI y el arzobispo de San Salvador (1978).

Óscar Romero y Juan Pablo II (mayo de 1979).
En estas fechas, cambió su predicación y pasó a defender los derechos de los desprotegidos. Monseñor Romero denunció en sus homilías los atropellos contra los derechos de los campesinos, de los obreros, de sus sacerdotes, y de todas las personas que recurrieran a él, en el contexto de violencia y represión militar que vivía el país. En sus homilías posteriores a la muerte de Rutilio Grande, recurrió sin temor a los textos de la Conferencia de Medellín, y pidió una mayor justicia en la sociedad. Durante los tres años siguientes, sus homilías, transmitidas por la radio diocesana YSAX, denunciaban la violencia tanto del gobierno militar como de los grupos armados de izquierda. Señaló especialmente hechos violentos como los asesinatos cometidos por escuadrones de la muerte y la desaparición forzada de personas, cometida por los cuerpos de seguridad. En agosto de 1978, publicó una carta pastoral donde afirmaba el derecho del pueblo a la organización y al reclamo pacífico de sus derechos.

Primer intento de homicidio[editar]

El día 9 de marzo de 1980, en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús se encontró un portafolios de color negro colocado debajo del Altar Mayor, la persona que notó su presencia, identificada como el sacerdote Ramiro Jiménez, notificó inmediatamente a la extinta Policía Nacional. El detective Juan Francisco Alas, experto en explosivos de la Policía Nacional, desactivó la bomba; ésta estaba compuesta con un interruptor, un radiotransmisor conectado a tres baterías de 1.5 voltios que activarían dos detonadores eléctricos accionados por control remoto. La cantidad del explosivo era de 72 candelas de dinamita comercial.
Según investigaciones, la bomba se accionaría en el momento que Monseñor Oscar Arnulfo Romero oficiaría una misa en memoria de Mario Zamora Rivas siendo este ex procurador general y ex secretario general del Partido Demócrata Cristiano, asesinado el 23 de febrero de 1980 en su lugar de residencia. La gestión de la Fiscalía General de la República no hizo ninguna investigación formal del caso.24

Muerte[editar]


Monumento a monseñor Romero en la ciudad de Santa Ana.
En octubre de 1979, Romero recibió con cierta esperanza las promesas de la nueva administración de la Junta Revolucionaria de Gobierno, pero con el transcurso de las semanas, volvió a denunciar nuevos hechos de represión realizados por los cuerpos de seguridad.25 El 2 de febrero de 1980, la Universidad Católica de Lovaina distinguió a Romero con el doctorado honoris causa como reconocimiento en su lucha en defensa de los derechos humanos. En ocasión de recibir ese título honorífico, Romero pronunció un discurso considerado como su testamente profético:25
[...] Las mayorías pobres de nuestro país son oprimidas y reprimidas cotidianamente por las estructuras económicas y políticas de nuestro país. Entre nosotros siguen siendo verdad las terribles palabras de los profetas de Israel. Existen entre nosotros los que venden el justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; los que amontonan violencia y despojo en sus palacios; los que aplastan a los pobres; los que hacen que se acerque un reino de violencia, acostados en camas de marfil; los que juntan casa con casa y anexionan campo a campo hasta ocupar todo el sitio y quedarse solos en el país. [...]
Es, pues, un hecho claro que nuestra Iglesia ha sido perseguida en los tres últimos años. Pero lo más importante es observar por qué ha sido perseguida. No se ha perseguido a cualquier sacerdote ni atacado a cualquier institución. Se ha perseguido y atacado aquella parte de la Iglesia que se ha puesto del lado del pueblo pobre y ha salido en su defensa. Y de nuevo encontramos aquí la clave para comprender la persecución a la Iglesia: los pobres. De nuevo son los pobres lo que nos hacen comprender lo que realmente ha ocurrido. Y por ello la Iglesia ha entendido la persecución desde los pobres. La persecución ha sido ocasionada por la defensa de los pobres y no es otra cosa que cargar con el destino de los pobres. [...]
El mundo de los pobres con características sociales y políticas bien concretas, nos enseña dónde debe encarnarse la Iglesia para evitar la falsa universalización que termina siempre en connivencia con los poderosos. El mundo de los pobres nos enseña cómo ha de ser el amor cristiano, que busca ciertamente la paz, pero desenmascara el falso pacifismo, la resignación y la inactividad; que debe ser ciertamente gratuito pero debe buscar la eficacia histórica. El mundo de los pobres nos enseña que la sublimidad del amor cristiano debe pasar por la imperante necesidad de la justicia para las mayorías y no debe rehuir la lucha honrada. El mundo de los pobres nos enseña que la liberación llegará no sólo cuando los pobres sean puros destinatarios de los beneficios de gobiernos o de la misma Iglesia, sino actores y protagonistas ellos mismos de su lucha y de su liberación desenmascarando así la raíz última de falsos paternalismos aun eclesiales. Y también el mundo real de los pobres nos enseña de qué se trata en la esperanza cristiana
.26 27

Óscar Romero
El día 23 de marzo de 1980, un día antes de su muerte, Romero hizo desde la catedral un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño, en su homilía titulada La Iglesia, un servicio de liberación personal, comunitaria, trascendente,28 que más tarde se conoció como Homilía de fuego:29 30
Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión.29 31 32

Óscar Romero